Si estás durmiendo, te lo perderás.
Agradecer aún si aparentemente
no hay nada que agradecer.
Salir de la mediocridad, con
las manos en el corazón,
cambia todo.
Entre el miedo o verte, quiero verte.
Aprender a distinguir entre lo que tiene valor
y lo que no lo tiene.
Tenemos una confusión
permanente con la identidad
y un enorme apego a la visión física.
Soy alma, quiero recordarlo contigo.
Desmontar el chiringuito,
desmontar el ojo por ojo, diente por diente
y despertar el lenguaje de los ojos
curativos, que nos recuerdan
la igualdad… el propósito ¡y
la chica del espíritu!
Soy alma, quiero recordarlo contigo.
Que nuestra humanidad,
esa que deambula sola y perdida en
calles, pasillos, habitaciones,
sin rezo y hambrienta de días,
busque y encuentre,
lo intente otra vez.
Soy alma, la misma alma.
Detrás de todas las capas está
la dulzura esperándonos,
la suavidad del amor que
construye el agradecimiento,
el aprendizaje de la propia belleza y el respeto.
Quiero que la vida nos encuentre en círculo,
que la muerte nos encuentre en círculo,
abrir la noche en pleno día,
y que me sonrías sin yo pedírtelo.
(Publicado originalmente en ahoraYoga nº 12)